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Los gatos domésticos y la importancia de su entorno.

Autora :Esp. Vet. Jimena Mangas

¿Por qué bienestar en el gato adulto?

Bienestar animal (BA) es “el estado de un individuo respecto de sus intentos de hacer frente al ambiente” (Broom, 1986). Este estado es inherente al animal y hace referencia a cuánto debe hacer para adaptarse a su entorno y el grado de éxito con que esto sucede. En el caso de los gatos domésticos el entorno o ambiente contempla tanto el hogar donde habita (ambiente físico) como los humanos u otros hetero y conespecíficos con lo que convive (ambiente social). 

El bienestar animal puede ser abordado como una problemática a resolver desde aspectos éticos, científicos y legales. Desde el abordaje científico existen varios marcos teóricos para la construcción de herramientas objetivas de medición y evaluación. Uno de los más conocidos internacionalmente es el cumplimiento de “Las nuevas 5 libertades del bienestar animal” (FAWC, 1993). Considerando los últimos hallazgos científicos y la biología del comportamiento del gato doméstico la idea aquí es que cada requerimiento sea un punto de partida para asegurar un ambiente que permita al gato lidiar con los estresores cotidianos. La autora propone una adaptación de las 5 nuevas libertades como requerimientos mínimos (RM) para asesorar a los humanos que conviven con gatos sobre como proveer un ambiente óptimo que promueva una mejor convivencia (Mangas, Ferrari, 2017).

Los RM proveen una esquema de organización fácil de divulgar, práctico y rápido tanto por profesionales veterinarios, así como por el propietario (humano familiar) del animal.  Esta forma de presentación concuerda además con una recomendación común avalada por organizaciones de divulgación sobre bienestar animal (RSPCA1, PDSA2, WAP3, WSAVA4, AAFP5) y por D. Broom (2010).

La disposición y cantidad de objetos (ambiente físico) adecuados para que el animal pueda realizar conductas específicas y la forma de relación con el humano (ambiente social) deben garantizarle al animal un grado de control sobre su entorno (Broom y Johnson, 1993). Mientras que un ambiente desprovisto de estos componentes lleva a la apatía y el aburrimiento (Wemelsfelder, 2005; Burn, 2017), la imprevisibilidad y la incapacidad de control (como el contacto con gatos o humanos desconocidos) (Carlstead et al., 1993) lleva a un estado de estrés crónico (Buffington, 2013). 

El término estrés se utiliza para describir una serie de cambios biológicos (fisiológicos y de comportamiento) provocados por estímulos nocivos o desagradables percibidos por el individuo y que amenazan la homeostasis (Buffington, 2013). Estas respuestas están relacionadas con el eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal (HHA) y el sistema simpático-adrenomedular siendo los dos elementos principales de la respuesta al estrés. Las consecuencias negativas para el organismo dependen del grado de predictibilidad y control que tenga el animal sobre los estresores percibidos en su entorno (Amat et al., 2015).

Los gatos domésticos están expuestos a una variedad de estímulos estresantes, que pueden tener un efecto negativo en el bienestar y desencadenar cambios del comportamiento que luego repercuten en la salud física (Buffington, 2013). Algunos de los factores estresantes percibidos por los gatos incluyen cambios en el entorno o estresores físicos (mudanza, reformas, visitas), conflicto entre gatos, una mala relación humano-gato o estresores sociales y un ambiente sin desafío cognitivo que imposibilita al gato a realizar necesidades comportamentales. De acuerdo con su duración el estrés puede ser de corto plazo (agudo) o de largo plazo (crónico). Este último es el que tiene mayor impacto sobre el bienestar del animal, predisponiendo a una relación negativa con el humano y aumentando el riesgo a padecer enfermedades.

El estrés puede reducir la ingesta de alimento, aumenta la conducta de marcaje (aspersión con orina) y algunas formas de agresión, aumenta el estado de vigilancia, de ocultamiento y predispone a algunos trastornos compulsivos como el exceso de acicalado o la pica. Una de las principales estrategias para prevenir o reducir los problemas de comportamiento y enfermedades relacionados con el estrés implica el cumplimiento de los 5 requerimientos del bienestar en los hogares y el consultorio clínico.

Los 5 requerimientos. Aspectos relevantes para la consulta clínica

Tomando los 5 Requerimientos Mínimos (RM) como base se pueden recomendar algunos lineamientos generales para mejorar el entorno del gato adulto (Mangas-Ferrari, 2017):

1. Requerimiento de ASISTENCIA SANITARIA: prevención de y acceso rápido a la atención veterinaria;

2. Requerimiento de ALIMENTOS Y AGUA: dieta equilibrada y una presentación adecuada que permita la expresión de conductas predatorias conforme a cada etapa de la vida;

3. Requerimiento de un AMBIENTE ADECUADO: refugio y una confortable área de descanso adecuada para la especie;

4. Requerimiento de PROTECCIÓN contra condiciones que puedan conducir al temor, la angustia y/o el sufrimiento mental sostenido (crónico);

5. Requerimiento de OPORTUNIDADES PARA EXPRESAR LA MAYORÍA DE LAS CONDUCTAS ESPECÍFICAS PARA LA ESPECIE, CON Y HETERO- ESPECÍFICOS promoviendo los estados afectivos positivos y evitando los negativos.

La presente recomendación tiene como objetivo enumerar las intervenciones o enriquecimiento ambiental que no debieran faltar para asegurar estos requerimientos y son considerados por los estudios científicos publicados como más relevantes para la especie. A partir de esto se pueden detectar como posibles factores de riesgo para el bienestar aquellos ambientes que no cuenten con el cumplimiento de estos ya que se alejan de lo que es adecuado para la especie.

El enriquecimiento ambiental, será entendido aquí como aquellas intervenciones ambientales (sociales, físicas y cognitivas) que tienen como objetivo principal dar lugar a la expresión de necesidades específicas comportamentales. El término “necesidad comportamental” (Jensen y Toates, 1993) se usa para describir la motivación intrínseca de realizar determinados patrones de comportamiento específico sea cual sea el entorno en donde se realicen e incluso aun si están satisfechas las necesidades fisiológicas para las que el comportamiento es realizado. Como ejemplo un gato alimentado con comida balanceada seguirá realizando conducta predatoria (caza) ya que los mecanismos internos neurológicos que desencadenan dicha conducta son independientes de las consecuencias para su eficacia biológica y el resultado percibido (saciedad). También está implícito, desde este marco teórico, que la realización del comportamiento es gratificante para el animal y motivacionalmente diferente de otros comportamientos no específicos del repertorio de un animal (ej: locomoción) (Jensen y Toates, 1993). Dado que el bienestar animal se ve amenazado cuando estas necesidades no pueden satisfacerse, se vuelve esencial distinguir las necesidades de comportamiento de otras conductas. Siguiendo esto para los gatos el comportamiento de predación, social, marcaje del territorio, cognitivo y la conducta exploratoria son los más importantes.

Las posibilidades de expresión de las necesidades comportamentales y las herramientas que permiten desarrollar estrategias cognitivas en el ambiente (Hogar) dependen del humano cohabitante.

Con respecto al ambiente físico la mayoría de la literatura recomienda proporcionar uno de cada tipo de recurso (por ejemplo, bandeja sanitaria, pote de agua) por gato, más un adicional, para reducir el conflicto entre gatos y mejorar el bienestar. Aun si los gatos se encuentran solos en el hogar esta recomendación facilitaría el control del ambiente y sería un factor importante que brinda la posibilidad de prevenir estrés ante cualquier situación percibida. Los gatos parecen tener áreas preferidas dentro de su entorno en las que pasan significativamente más tiempo (Loberg et al., 2016). Beaver (2003) propone que cada gato tiene un área central que defiende de individuos no familiares (conocidos) y utiliza para descansar (área central o núcleo), alimentarse (sector de alimentación), eliminar (área de eliminación o periférica) y refugiarse (área segura). Considerar esto es fundamental para manejar el ambiente sobre todo en hogares donde conviven varias personas y gatos. En varios estudios se destacó cómo la incorporación de cajas de cartón (sobre todos en las áreas de descanso y refugio) reduce los comportamientos asociados al estrés y es utilizada como fuente fundamental de protección y refugio (Kry y Casey, 2007; Vinke et al., 2014). La incorporación de espacio tridimensional (o vertical) también ayuda al gato a tener más áreas de refugio y la posibilidad de controlar la interacción con otros individuos (icatcare, 2019; AAFP, 2019; Ellis, 2009).

La incorporación de un rascador para la conducta de marcaje es muy importante para el gato. La colocación de este debe estar cerca del área de descanso y lugares de paso habituales, ser estable, de material blando y en lo posible en el espacio vertical y horizontal (Ellis, 2013; Rotchlitz, 2005; ISFM y AAFP, 2019).

El ambiente social del gato es considerado el de mayor impacto en su bienestar (Foreman- Worsley, 2019). En hogares donde habitan varios gatos pertenecientes a grupos heterogéneos, donde los humanos los juntaron por su voluntad, se observan altos niveles de agresividad e índices de estrés cuando no están sectorizadas y multiplicadas las fuentes de recursos. Los gatos que no han socializado en la etapa de 2 a 9 semanas (Bradshaw, 2018) con otros gatos tienen una tendencia a rechazar y desplegar comportamientos agresivos hacia nuevos integrantes y lo mismo sucede con los humanos (Turner, 2017) además que la situación causa altos niveles de estrés (Kessler y Turner, 1999). Por lo tanto, no siempre la incorporación de otro gato en el hogar es aconsejable. En los casos donde se lleva un nuevo gato a la casa se aconseja un adecuado protocolo de introducción manteniéndolos en espacios separados, estableciéndoles áreas centrales a cada gato y presentándolos de a poco priorizando el sentido del olfato, de la visión y por último el contacto físico (Amat et al., 2016).

Con respecto al ambiente social interespecífico, la relación con el humano impacta en el bienestar del gato (Adamelli, 2005; Turner, 2017; Ramos, 2018). Los humanos que conviven con gatos son los únicos proveedores de los recursos y fuente de variabilidad comportamental social. Los gatos no socializados con humanos y/o con otros gatos tienen mayores índices de estrés comparados con los que son sociales (Kessler y Turner, 1999; Turner, 2017). Las rutinas de manejo como actitudes o mensajes consistentes, horarios y momentos de interacción son fundamentales para que el animal pueda predecir y controlar su entorno (AAFP, 2013). Estimular conductas predatorias en rutinas de juego cortas con objetos adecuados (pequeños, con texturas y movimiento) posibilita la expresión de conductas necesarias para el gato.

Por último, un ambiente que posibilite el desafío cognitivo o la resolución de problemas previene el aburrimiento y las conductas no deseadas. Colocar el alimento en objetos con reto o escondidos en diferentes lugares promueve habilidades como acecho y planificación (Shreve, 2017).

Conclusiones

La autora presentó reportes preliminares acerca de cómo la relación con el gato se modifica luego de la educación recibida (Mangas, 2018). Algunas necesidades comportamentales (marcar territorio, predatorias, sociales intra e inter-específicas) y conductas de ansiedad (eliminar fuera de la bandeja, vocalizar, rasguñar muebles) son castigadas por los humanos por considerarlas inadecuadas. Otras conductas son impedidas por desconocimiento del humano cohabitante (adecuación del espacio para la alimentación y eliminación, provisión de lugares de refugio y desafíos cognitivos). Los humanos tendemos a proyectar nuestros deseos e intenciones sobre otros seres (antropomorfización) (Haas et al., 2015). Esta conducta es inherente al humano y el grado de humanización proyectada hacia un animal depende de la educación recibida (de Waal, 2009). Una de las principales problemáticas de la convivencia humano-animal es el desconocimiento de los cinco requerimientos mínimos (5RM) de bienestar por parte de los tenedores responsables y el entorno familiar. Este es reemplazado por interpretaciones antropomórficas de los requerimientos. Cuando un animal es interpretado por un humano pierde la condición de agente de su comportamiento (Wemelsfelder, 2005). Este destrato no solo impacta empobreciendo el bienestar de ese animal, sino que deteriora la relación con el humano pudiendo generar problemas de manejo y/o convivencia social, animales peligrosos, o más vulnerables a enfermedades transmisibles al humano. Por lo tanto, la educación en bienestar animal orientada a la divulgación de los 5RM busca promover un vínculo humano- animal más empático.

Considerar la divulgación y la evaluación en el consultorio clínico de los 5 requerimientos mínimos para el bienestar de gatos domésticos no solo debe considerarse como prevención de un desequilibrio emocional y de salud física 8Heath, 2018) sino también como un aporte a la construcción de una relación más empática que visualice al individuo como sintiente con una percepción diferente del ambiente, con sus necesidades y motivaciones. Esta percepción y cambio de actitud son fundamentales en mi opinión para un veterinario ya que promueven la deconstrucción de la antroponegación y el antropomorfismo desde la percepción e inclusión del animal como parte de una familia inter-especie ayudando a los humanos que acceden al consultorio a prevenir accidentes, recurrir al pronto diagnóstico y a tener una mejor relación con los gatos en el hogar.